Cómo instalar y conectar un segundo disco duro en un ordenador

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Actualizado a: 27 de octubre de 2023

¿Cómo instalar y conectar un segundo disco duro en un ordenador? Esta es una pregunta que muchas personas se plantean en un momento u otro de su vida por un problema tan común como la falta de espacio. A fin de cuentas, el almacenamiento es un apartado ‘secundario’ que en muchos casos se deja en segundo plano.

A diferencia de la placa base, el procesador, etc. es decir, de la potencia, obtener más espacio suele ser un proceso más simple. Al menos si escogemos la determinación de adquirir un disco duro externo, puesto que en otro caso puede ser algo más ‘complejo’. Tampoco es que sea el cambio más complicado del mundo, pero puede requerirnos algo más de esfuerzo. De hecho, sustituir un componente por otro no suele ser tan difícil, pero el miedo está ahí.

Es fácil que, por accidente, si no tenemos cuidado, acabemos estropeando una pieza u otra, lo que provoca un miedo (muy racional, todo sea dicho) a ‘toquetear’ aquello que no conocemos en nuestro ordenador. Es por eso que hoy, en GuíaHardware, queremos explicaros cómo podéis ampliar vuestro espacio de almacenamiento mediante un segundo disco duro en vuestro ordenador.

Cómo instalar y conectar un segundo disco duro en un ordenador: tipos

Cómo conectar segundo disco duro
Cómo conectar segundo disco duro

No obstante, antes de nada es importante diferenciar entre los tipos de disco duro que existen. Podemos diferenciar, de buenas a primeras, entre los discos duros internos y los discos duros externos. Como su propio nombre indica, los primeros se instalan dentro del ordenador. Es decir, conectan con la placa base, por lo que es importante ver si son compatibles (o no) con la misma.

Los segundos, bastante más sencillos, suelen conectar mediante un cable USB. Esto provoca que, por norma general, la velocidad a la que se transfieren archivos sea menor, pero la industria ha progresado mucho a ese respecto. Dicho esto, ya sabemos cuál es la división básica entre diferentes tipos de disco duro, pero cada uno de ellos tiene sus propios particulares.

Discos duros externos

Empezamos por los discos duros externos, ya que son bastante más sencillos de gestionar y diferenciar. Podemos distinguirlos según el tipo de interfaz que emplean, diferenciando entre USB, FireWire, eSATA y Thunderbolt. Por supuesto, una de las mayores variantes que encontramos entre unos y otros es el tipo de conexión. Su propio nombre nos indica la forma en la que se conectan, siendo este el primer punto que debemos valorar.

Ahora bien, hay más. Desde la perspectiva de un usuario, un disco duro USB es la mejor opción, ya que son los más económicos y estandarizados. Hay decenas de modelos diferentes y su instalación es tan sencilla como conectarlos a través de cualquiera de nuestros puertos USB. Ahora bien, no es lo mismo un disco duro con puerto 2.0 que uno de primera generación. La velocidad a la que se transmiten los datos es diferente.

Dicho esto, por orden de velocidad de transmisión de datos, siguen el FireWire y el eSATA. Los Thunderbolt son algo ‘especiales’, porque su principal objetivo es brindar soporte de vídeo en alta resolución desde diferentes puentes. Siendo sinceros, no es el que os recomendaríamos para almacenar datos y poco más, puesto que no creemos que sea demasiado interesante. Si no os lo reconoce, hay soluciones bastante sencillas.

Discos duros internos

Cómo conectar segundo disco duro

Vale, ¿y los discos duros internos? Pues lo cierto es que estos son algo más complejos de instalar y, además, se diferencian en varios tipos diferentes. No obstante, vamos a verlo todo de manera individual, puesto que así tendréis mucho más fácil distinguirlos y/o elegirlos. Dicho esto, en los discos duros internos diferenciamos entre SAS, SCSI, IDE, ATA, PATA, SATA, además de los SSHD, SSD y HDD.

Lo cierto es que la principal diferencia entre todos estos modelos es el tipo de interfaz que emplean y la conexión que establecen entre el disco duro, la placa base, etc. Es más, hay modelos que a nivel usuario no vamos a usar, como el caso de los SAS, pues sus características lo hacen poco ‘compatible’ por cuestiones de precio. Son buenos, por ejemplo, para un servidor.

Por su parte, los discos duros ATA y PATA son bastante clásicos. Siendo sinceros, no os los vamos a recomendar, puesto que el tipo de conexión que emplean es bastante obsoleto y la mayoría de componentes actuales o no funcionan del todo bien, o no tienen una ranura habilitada, o simplemente se quedan cortos. De hecho, con los CSI y los IDE pasa lo mismo, por lo que apenas les vamos a prestar atención.

Los SATA se dividen en varios tipos según su ‘generación’, distinguiendo entre SATA I, SATA II y SATA III. Los más estandarizados son los dos últimos y nosotros siempre os recomendaremos los SATA III, ya que son los más actuales y modernos. En general, nos vamos a encontrar en los discos duros SATA a la hora de explicar cómo realizar una instalación, puesto que son los más habituales, tanto por conexión como por relevancia en el mercado. Cada uno de ellos tiene distintas velocidades y frecuencias.

SSD, HDD y SSHD

Cómo conectar segundo disco duro
Cómo conectar segundo disco duro

Aparte de todo esto, podemos diferenciar entre tres grandes grupos adicionales de discos duros, tanto internos como externos. Seguramente, ya hayáis escuchado hablar de estos, pero no podíamos continuar sin destacar su existencia y detallar sus diferencias. Hablamos de los discos duros SSD, HDD y SSHD.

A los primeros se los conoce como unidad de estado sólido, a los segundos como unidad de disco rígido y a los terceros como unidad híbrida de estado sólido. En general, los HDD son cajas de carácter hermético construidas con uno o más platos y un brazo con varios transductores. La información se lee a través de estos cabezales empleando el brazo por un plato que va girando.

De hecho, este continuo movimiento produce que los HDD sean más sensibles, por lo que se pueden estropear con más facilidad. Esto no significa que los otros no sean irrompibles, pero tienden a ser algo más resistentes. Sobre todo los SSD, puesto que en ellos no hay ningún componente que esté en movimiento. En estos, la información se almacena en un chip de memoria tipo flash. Es parecido, en cierto modo, a un USB, pero con una construcción más compleja.

Esto provoca que los SSD sean más resistentes y que la información, generalmente, se transfiera de forma más rápida. No obstante, son más caros, ya que su diseño es más complejo y efectivo. Así pues, podemos decir que el contraste de ‘calidad’ entre ambos también se marca por el precio. Nosotros siempre os vamos a recomendar los SSD tanto internos como externos, aunque tampoco pasa nada si optáis por un HDD.

Sobre los SSHD, son discos duros HDD que también disponen de chip de memoria tipo flash, lo que provoca que sean algo menos resistentes y rápidos que los SDD, pero más que los HDD. Esto nos deja una conclusión concreta: los HDD son mejores para almacenar información que no usemos de manera tan frecuente. Mucho espacio, poco uso. Los SSD son mejores cuando es algo que utilizamos con frecuencia, para instalar videojuegos, etc. Es más, muchos títulos exigen una memoria SSD en sus modos más altos, por lo que es algo que debemos valorar.

El M.2 SSD

Y aún queda otro detalle del que debemos hablar: los M.2 SSD. Estos son un nuevo formato de disco duro tipo SSD cada vez más extendido (de hecho, diríamos que es uno de los más estandarizados y valorados del mercado nivel usuario) que destaca por ejercer como sustituto natural del mSATA. Con diferentes tamaños y formatos, también llamado NVMe. Son muy cómodos de instalar y ocupan bastante menos espacio.

Su velocidad es muy superior a la de la mayoría de discos duros, funcionando increíblemente bien tanto como disco duro principal como disco secundario. Casi todos los ordenadores modernos premontados, portátiles, etc. vienen con este tipo de almacenamientos, siendo tanto el presente como el futuro del mercado de los discos duros. Esta es nuestra mayor recomendación de todas.

Cómo instalar y conectar un segundo disco duro en un ordenador: externo

Lo primero y más importante es determinar el tipo de entrada del que dispone tu ordenador, ya que el proceso puede ser diferente según el modelo. Por supuesto, aunque es una ‘tontería’, es muy importante que lo desconectéis de la corriente y que lo apaguéis por completo. De otra forma, no solo podéis estropear el ordenador, sino que es peligroso. No basta solo con desenchufarlo, sino que tenéis que ‘cerrar’ la corriente con el botón trasero que toda torre incluye.

Aparte, será necesario que nos libremos de toda la posible conexión electroestática que podamos tener. Una forma rápida de hacerla es tocar un grifo de agua o la carcasa metálica del propio PC para hacerlo. No obstante, lo ideal es trabajar con una pulsera antiestática para asegurarnos de no dañar ningún componente.

SATA

Debido a que los discos duros SATA son los más comunes del mercado, hemos decidido ilustrar la instalación de estos mediante un ejemplo basado en ellos. Para ello, además, hemos querido dejaros un apoyo visual: el de Luis Carlos Galán, quien realiza un excelente ejemplo de cómo se deben hacer las cosas.

Ahora bien, antes de comenzar, es importante que te asegures de que tu caja o carcasa sea compatible o tenga espacio para tu disco duro, pues de lo contrario podría no servir o necesitar de una bahía adaptadora. Piensa que la medida puede variar, habiéndolos de 8,9 centímetros y de 6,9 centímetros como medidas estándar.

A fin de cuentas, gran parte del proceso consiste en ajustar el disco duro a la ranura o espacio habilitado a ello después de abrir la propia caja, siendo cada una su propio mundo. Una vez esté abierta la caja, lo único que debemos hacer es conectar el disco duro a la placa base y a la fuente de alimentación mediante los cables SATA que deberían venir con él para asegurarnos de que estén conectados tanto al PC como a la fuente de energía.

Tras esto, aunque depende de la torre, es posible que tengamos que atornillarlos, pero nunca demasiado fuerte, ya que podría dañar el componente. Eso sí, asegúrate de que el disco duro esté conectado al canal SATA 1 si va a ser el principal. Normalmente, vendrá indicado como SATA0 o SATA1. Si por un casual los conectores SATA no encajan, es un problema de compatibilidad. Como hemos comentado antes, diferentes placas base y fuentes de alimentación pueden tener conectores distintos, aunque lo normal es que todos sean SATA.

SSD

Ahora bien, el otro modelo (siendo el más habitual conforme pasa el tiempo) es el del disco duro SSD genérico. Este es todavía más simple que el anterior, puesto que solo tendremos que conectar el disco duro a la placa base y a la fuente de alimentación a través de las conexiones SATA tanto de uno como del otro, siendo estas las que van a permitir que el SSD funcione.

Luego, tendremos que ajustarlo en una de las bahías de la caja para que se quede fijo, aunque hay algunas que no las tienen o no son compatibles, por lo que es recomendable que lo comprobéis anteriormente por si necesitáis un adaptador. En lo que respecta al proceso de instalación, funciona del mismo modo, puesto que solo habrá que conectar el disco duro a la fuente de alimentación y a la placa base a través de los puertos SATA presentes en los mismos. En algunos casos es posible que la conexión sea de tipo Molex, sobre todo en la fuente de alimentación.

M.2 SSD

Este es uno de los más sencillos de instalar, pero es especialmente importante prestar atención al tamaño. ¿Por qué? Pues porque hay diferentes ‘formatos’ de discos duros M.2, que cambian de tamaño. En este caso, la compatibilidad con la placa base debe ser perfecta, puesto el disco duro irá ‘incrustado en la misma’. Esto mismo nos lo muestra TecnoWiki en su tutorial. ¿Y cuáles son los tamaños? Todos los M2 tienen 22 milímetros de nacho, pero su longitud varía.

En este caso, tenemos que buscar los espacios marcados por los indicadores amarillos de la placa base (algunos tienen espacio para distintos tamaños) que nos marcan la zona en la que se instala el disco duro. ¿Y qué tenemos que hacer? Colocarlos con cuidado haciendo que coincidan con las clavijas en donde figura la inscripción «M.2.«.

Cómo instalar y conectar un segundo disco duro en un ordenador: externo

Vale, ¿y cómo podemos ampliar el espacio con un disco duro externo? Pues lo cierto es que es extremadamente sencillo. Tal y como ya hemos comentado con anterioridad, los discos duros externos se conectan de manera directa mediante cualquiera de los posibles sistemas de conexión. Son USB, FireWire, Thunderbolt y eSATA. Solo tenemos que ‘enchufar’ el disco duro a la entrada del PC que le corresponda.

Si encontráis un disco duro externo con conexión eSATA, lo cierto es que os recomendamos que no apostéis por él. Primero, porque su velocidad de transmisión está bastante limitada, teniendo un máximo de 300 MB/s de manera general. Y segundo, pues porque son mucho menos habituales y puede haber ordenadores que no tengan este tipo de entrada.

Lo más habitual y funcional es optar por un USB, pero os recomendamos que sea mínimo 2.0. Podéis saber su tipo según el control del propio USB. Vale, ¿y por qué es mejor que sea minino 2.0? Pues porque la velocidad de transmisión de datos será mayor. En ese mismo sentido, lo ideal es que sea SDD. Si tenéis entradas 3.0 o 4.0 en vuestro PC, son la mejor opción.

Respecto a los Thunderbolt, es el ideal para transmisiones dedicadas especialmente al vídeo, ya que serán las que mejor rindan en ese sentido en detrimento de otras zonas, aunque su rendimiento general es bueno. Por su parte, los FireWire son menos habituales, pero también ofrecen rendimientos más que decentes (400 MB/s u 800 MB/s) según el modelo 400 u 8000.


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